me he jugado mi último calendario
para aprender de
una vez el día en el que vivo
y no de dónde
vengo.
escribo de noche,
cuando duermen
los perros en todas las ciudades
y esperan
despiertos los gatos en los callejones,
y yo, que gruño como un perro y ladro como un gato,
aún gano a todos
los demonios que me persiguen,
y cuento mis
partidas por goleadas
enteras de gente
que mira sin dejar de ver
y que conocen
todos los detalles.
que se miran el
corazón
por coraje
y no por saber
lo que llevan dentro
y nunca han
encontrado.
escupen fuego por la boca
en vez de
palabras
que suenan más,
suaves,
mejor y con más
tacto
como una piel en
curva y sin ningún fracaso.
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