No tengas miedo,
de verdad,
no merece la pena
perderse todo lo que hay
paseando por tu espalda
y dibujarla con las yemas
de los dedos,
de los dedos,
por tener miedos
por no tener ganas
de verdad,
no tengas miedo,
ten ganas
es mejor
yo también me acuerdo de ti
yo también vuelvo a pisar charcos
yo también me empapo la cara cuando
salpicas
Y cuando hablo del miedo hablo de un recuerdo a algo que se me asemeja, o eso me creo, o por lo menos me aproximo a lo que es. Es volver a
pisarme la cara un lunes, es volver a casa un viernes, sin pasar por allí. Es
esperar a que anochezca para dejar de verte, es salir corriendo de mi
habitación. Que por mucho que llueva, dentro se está mejor que fuera, que por
mucho que llore, dentro se está mejor que fuera. Dan las cinco de la mañana en
el reloj de mi habitación que sigue sonando un tic-tac tan intenso como el día
en que me deshice de él, me retumban los oídos, no me deja dormir, despierto, te
leo, te escribo, te callo, y te acuerdo, o quizás mejor dicho debería decir, me
leo, me escribo, me callo y me acuerdo, si solo era eso. De verdad, y de esto
estoy muy seguro, no tengan miedo, que por mucho que él crea que puede con
vosotros, nunca será capaz, que es muy valiente, pero que le ganas, seguro que
le ganas, te lo aseguro yo, que ya no lo tengo, me lo olvide una noche en el
parque y no quise volver a recogerlo. De nuevo, y como con un recuerdo que no
sabría definir con palabras pero si con historias, dan las seis de la mañana y
se comienza a abrir paso el sol, otro día mas, no sé cómo lo hará pero levanta
a la luna cada día y lo que es mejor, cada noche. Con más fuerza y no se cansa
nunca. Parece increíble. Pero ojala seamos sol, y ojala te levantes cada mañana
como si fueses luna. Como el lápiz empuja rápido la hoja a las seis de la
mañana de un jueves que huele a domingo, y de un frió que huele a diciembre,
abrigado, pero sin ti. Espero yo también levantarme luego como lo hace el sol,
o esta noche como lo hace la luna, de verdad, con la misma fuerza.
ya
veras,
y digo, ya
veras
porque algún
día que asomes a la ventana
quizá en
diciembre
en
noviembre
en
enero
o quizá en
febrero
ya no haya
agua
cayendo por
el cristal,
ahora, habrá
nieve
y no podrás
salir
y no la
podrás pisar
y no podrás
saltar
ahora búscatelas,
apáñatelas,
apáñatelas,
ahora,
tendrás que quitártela de en medio
deshacerla
o saltar con
ella,
como te
hiciste de mi,
saltando
saltando
como la
nieve
en un día de
invierno soleado
igual,
desecho,
y echo aguas
por todos lados.
No tengas
miedo.