domingo, 28 de septiembre de 2014

El tiempo como arena entre las manos

Séptimo espejo roto. Una vez mas, otra mas diría yo, que me veo delante del espejo, y casualidad o no, te sigo viendo detrás, creo que me vas a tener que explicar como lo haces o como lo hago, debería saberlo, pero prefiero seguir viviendo sin conocerlo, porque creo que a mi me vale asi. A ti supongo que no, que prefieres romper el espejo y salir corriendo, que por otro lado me parece lo mejor, Así que ya lo sabes, cuando quieras o te apetezca puedes avisarme que vas a salir del espejo, para apartarme o aunque sea cubrirme de los cristales y poder recoger luego los destrozos.

Casualidad o no, existe un parecido mas que evidente entre el paso que hay entre tu y el espejo y el que hay entre el amor al odio, a simple vista parece un paso tan grande y tan difícil de hacer. Pero es mentira, es un paso corto, rápido y directo, y ademas, fácil de tropezar con el, asi que tened cuidado, porque no es plato de buen gusto que me rompas el espejo en mi cara y menos si es para clavarme los cristales que saltan uno a uno en el pecho, aprovechando que me cubro la cara para evitar que me cortes, pero oye, tu sigue a tus cosas, quien voy a ser yo para decirte nada, no te preocupes, en absoluto, la dije. Y ella a lo suyo como si yo no existiese en aquella habitación, o como si yo hubiera desaparecido tan de repente como cuando pasa el autobús que tenias que haber cogido hace tiempo, que encima ibas dentro, y que a su paso y con el charco de al lado te empapa. Así, con esa cara me quede, y todavía estoy quitándome cristales, y que pena, porque las heridas no cierran, y tienen pinta de que les va a costar cicatrizar, asi mas o menos, como cuando te fuiste.



            
No creo mas allá de lo que no pueda ver
No imagino mas lejos de lo que me llegues 
Y tampoco me gusta despreciar un amanecer

Amanece
cerca de la playa
o de ti
y del espejo
que nunca va a dejar de recordarme
que tu nombre
se parece tanto
a en la playa imaginar un atardecer


Ahora imaginemos que estamos dentro de un cuento, tu eres el gigante y yo el enano, ojala el enano gane al gigante, es lo que se supone que debería pasar, lo mas común. Pues esta vez no, ni eso ni nada parecido, en este cuento el gigante aplasta de un pisotón al enano y se acaba el cuento. Pobre enano pueden pensar, pero a saber que habrá echo ese hijo de puta para merecerse el pisotón del gigante. pobre gigante, pobre gigante. Pero el gigante siempre deja de ser gigante y no porque quiera sino porque los enanos siempre crecen, puede que no lleguen a ser tanto como el gigante pero seguro que si lo intentan pueden hacerle frente.


Y eso que cuantas veces has preguntado por si el puto espejo, que por que coño se iba a romper, pues al final se cayo, y se rompió, ya no queda mas espejo, solo cristales rotos esperando que algún día pueda alguien juntarlos y hacer de los cuatro cristales rotos que quedan, un parecido del espejo que fue.


Eso si, espero que cuando arreglen el espejo, ya me encargare yo de hacer para que no vuelva a romperse, eso seguro.


sábado, 20 de septiembre de 2014

No te van a ganar nunca

Entre echarte de menos y escribirte, al final me quede con lo segundo, por eso de que dicen que siempre queda más bonito para colgarlo en la pared, ya que lo primero no me entra ni en la habitación.

Pero a mí siempre me siguió gustando mas lo primero pero claro, yo nunca deje de escribirte, pero no porque no haya dejado de verte, ni porque quisiera dejar de acompañarte a casa cuando volvías de madrugada, es que esta vez ya no me iban a dejar, es que me colocaron delante de una pared y en lugar de hacerme una puerta, lo único que hicieron fue cerrarmela en la cara, y así, sin poder hacer nada.


Pero siempre se puede escalar la pared que me has puesto en la cara, y no es que pueda sino que es lo único que me queda para salvarme digan lo que digan.

 El frío del invierno no es nada comparable al que podáis sentir en verano